lunes, 24 de marzo de 2014

LA MARGARITA


E
lla era como un sol y como su nombre lo indicó, fue una flor que atrajo moscardones y abejorros con su cálido trato.
Era morena y nació con un destino hermoso. Hacer feliz a los hombres que le rodearon. De carácter alegre y desinhibido, se rodeó de amigos y amigas que le prodigaron atenciones y afectos.
Desde muy niña dio muestras de su condición sensual y disponible para los actos sencillos del sexo. Uno de sus primos se encargó de conducirla por los vericuetos secretos en aquellos tiempos, de los placeres sensuales, y fue tal su cometido con ella que le pudo despertar tan temprano los sentidos hacia el glorioso planeta del placer completo. Cosa que aprovechó al máximo, llenándose de sensaciones nuevas y excitantes, que le abrieron la puerta hacia su mejor destino: ser prestadora voluntaria de servicios especiales. Servicios que le prodigaban placer y dinero, pues supo desde el comienzo que para eso había nacido. Para ser amada por muchos y para amar a mas. En su corazón sin fronteras le cabía todo el amor del mundo y lo brindaba sin prejuicios, con la actitud consiente de que a ella le sobraba, lo que a otras como ella, tenían, mas lo negaban.
La Margarita pudo realizarse completamente en aquella pequeña sociedad sin prejuicios. En donde se desenvolvió sin causar problemas a nadie, pues todos conocían sus cualidades y habilidades, respetándole sus modos de ser. Si se le buscaba se le hallaba, jamás se anduvo ofreciendo, quien la quería la tenía y obraba por consecuencia democrática y honradamente, no metiéndose en vidas ajenas, si no dándose con gusto a las solicitudes continuas de sus seguidores y promotores, quienes le daban o conseguían lo que ella necesitaba para vivir; dinero, despensas, ropa, regalos necesarios, mas nunca recibía ni aceptaba joyas o lujos. Fue discreta hasta en eso. Solo era una hembra especial con cualidades extraordinarias para las relaciones humanas.
Jamás supe que causara un problema de celos o que por ella, por su atractivo sensual y disponibilidad, alguna pareja bien unida, haya resentido en sus vidas alguna distensión o desacuerdo. Al contrario, creo que con su actividad y complacencia hizo que varias parejas se comprendieran mas, entendiendo que las relaciones sexuales son tan variadas como los climas y las flores.
La margarita vivía tranquila como una abeja reina en su panal. Gozando de una libertad absoluta y sin sobresaltos de ninguna especie. Pero un día se brindó sin reservas, como solo ella podía hacerlo, a un señor que tenía algunos años de vivir en el pueblo y que se le conocía por su socarronería y su actividad honrada en su trabajo. El era chofer de uno de los camiones de carga que llevaban mercancías a México. Este personaje se distinguía por su sonrisa de dientes de oro, algo cacarizo, de simpática presencia, esbelto, siempre formal y participativo. Tocaba la guitarra acompañándose canciones viejas, que entonaba con una voz algo aguardentosa, mas esto no le quitaba que alguna de las damas homenajeadas por su canto, se atreviera a decir:
 - Qué bien canta Sabás -. Pues así se llamaba este personaje.
La Margarita se ofreció a Sabás, como solo ella sabía hacerlo y brotó en el viejo corazón de aquel bohemio, una pasión desconocida y desbordante, que le traía piense y piense en los ratos pasados en aquel circulo atosigante y atrayente del amor de la Margarita.
Sabás solo vivía para llegarse por las noches al llamado intenso del atractivo de esa mujer que le absorbía el seso y la esencia. Salía de viaje, solo con las ansias de regresar. Dejó de dormir con su mujer y solo llevaba lo necesario para el sostenimiento de sus pequeños hijos. Atrapado como mosca en la urdimbre sensual del mítico poder que tenía la Margarita.
Sabás, con todos sus años a cuestas, jamás había tenido experiencias tan completas, ni tan apasionantes, como las que descubría cada noche en el paraíso moreno de piel ardiente, que le ofrecía sin cortapisas la Margarita. Pero se apasionó tanto Sabás, de su morena amante, que se le fueron cerrando las otras salidas, obcecado en su apasionante aventura, ya no tuvo mas ganas, ni manos, ni boca, que para la morena flor que lo llevaba al paraíso de deslumbres hechizantes.
Todo esto pasó a ser la vela de su luz, la luna de sus noches, el combustible de su motor. Sin el amor de la Margarita, Sabás sabía que no funcionaba y quiso tenerla solo para el.
La Margarita con su carácter tan compartido y su cuerpo sin fronteras, se ausentó de Sabás, continuando sus liturgias con los que quisieran oficiar en el templo moreno de su cuerpo mórbido, sin preocuparse de los destrozos que su actitud, normal en ella, causaba en el ser integro y entregado de Sabás.
Cierta tarde, estando Margarita en compañía de unos amigos, conviviendo muy tranquilamente en una cantina, platicando cosas triviales y sin esencia, sintió los aguijones ardientes de tres balazos que le penetraron, uno en la nuca y dos en la espalda. Eran de calibre .380 y que salieron de la pistola escuadra de fabricación Española, que Sabás, con saña desconocida empuñaba y disparaba aturdido por los celos. Tranquilamente vio como la Margarita se deslizaba bruscamente sobre la superficie de la mesa, derribando con su acto los envases de cerveza que se encontraban sobre ella, cayendo desmadejada al piso, mientras que de su boca salía una gran cantidad de sangre y de sus negros ojos, se despedía el brillo, como cuando sobre una laguna se borran los rayos del sol obstaculizados por una nube.
Sabás tranquilamente salió en un autobús de la comunidad y jamás se le volvió a ver. A la Margarita se le enterró en el panteón del pueblo y al mes ya estaba olvidada en su tumba, que se perdió en el yerbajal que creció abundante, alimentado por la esencia de la difunta. Dicen, que sobre la tumba, nació una mata de “amor de un rato”, que florea solamente el 14 de febrero, el día del amor, yo no lo se, mas su asesinato me impresionó, pues en el pueblo jamás un hombre había matado a una mujer y Sabás, con su acto, pasó a ser leyenda, pues modificó el comportamiento de algunas mujeres que llevaban la misma ruta que la Margarita.






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