DETALLES DE UNA CASA
Desde donde estoy sentado esto es lo que alcanzo a
ver. Del lado derecho brilla el sol con un resplandor extraño y contagiante.
Los cuadros rojos y amarillos del piso del corredor resaltan resplandecientes
como si fueran metálicos.
Las frondas del enorme Litchi que está a la
entrada a un lado del portón y la de los Mangos erguidos del otro lado de la
carretera semejan temblorinas alegóricas parvadas de palomas moradas. Sobre los
troncos de las Palmeras las hojas de las Piñanonas son manos curiosas que
intentan atrapar la ligera brisa. Unas hojas color guinda-pitáya reviven por
los rayos del sol en la pequeña y curvada jardinera que está sobre el pasillo
debajo del mirador. El retorcido tronco del Raspa-sombrero es una serpiente de
doble cuerpo intentando escurrirse discreta hacía la azotea.
Por la parte frontal de la residencia, en el
centro y frente de las gradas, la gata negra de ojos color ámbar se estira absorbiendo los tibios y calidos
rayos, observando las palmeras Camedor que se apretujan amarillosas contra el
ligero pretil de ladrillos cubiertos de musgo verde. Sobre el arco frontal de
la casa las hojas de Chápis y Piñanóna se descuelgan como queriendo cubrir la
entrada, misión imposible por lo amplia, a ambos lados de este pórtico unas
plantas de sombra de alargadas y hermosas hojas jaspeadas de blanco son
guardianes celosos de la morada.
Alcanzo a observar unas hojas de la Palma de coco,
desmadejados brazos caídos, tristes y
temblorosos. El follaje del Árbol del Huevo se aprecia sobre el de las
Limonarias, en ramilletes que se extienden hacia arriba distinguiéndose sobre el cielo azul, donde
unas aborregadas nubes blancas son vellones de la trasquila de Dios.
Una joven Araucaria algo torcida, necia se inclina
recargada en una horqueta que trata de
corregir su displicente postura. En el primer escalón de las gradas, del lado
izquierdo y casi pegado al pilar del arco de ladrillos, el asador zangaruto,
ahumado y oxidado, sirve en esta tarde de asolead ero de zapatos y tenis húmedos,
además de que luce garboso un viejo sombrero que inclinado le da u aire entre coqueto y simpaticón.
En el corredor del lado izquierdo, algo opaco pues
el sol no lo ilumina, una hamaca cuelga solitaria luciendo sus colores, negro,
rojo, azul, amarillo y verde, que de nada le sirven pues no hay nadie sobre
ella.
En una silla que está pegada a la pared, se ve un
montón de ropa sucia apilada en espera de que la recojan para ser lavada. En el gran ventanal del
fondo, al que le faltan algunos cristales, la hilera de macetitas que dejó
plantadas Doña Laura con diferentes y variadas matas, semejan curiosos
espectadores observándome atentos y susurrándome les tome en cuenta en estos
apuntes. Bien enfrente de mí, en el jardín, el árbol de Canela, en plena floración se nota oscuro y manchado,
sobre de su tronco unos discretos rayos de sol le pintan arabescos con mensajes
dulces y confitados. Hay en este jardín Tulipanes Rojos, Bugambilias recién
podadas, y un Croto de esos que les llaman tornillos, de hojas largas y
torcidas de color verde y amarillo.
Resalta a esta hora iluminado plenamente por el sol, un Tulipán de flores
rojizas y pequeñas al que su hojas le
salen jaspeadas de color blanco, que
semeje a este hora como si follaje estuviera salpicado de encaladura.
A un lado de la mata de Tarro, que desmadejada se
recarga indolente y agotada sobre una larga Chaca, está el viejo Zapote Negro,
que a aguantado infinidad de podas que jamás le han quitado las ganas de
producir frutos, los que invariablemente se comen los Papanes y las Ardillas.
De repente, arriba, sobre el arco del vuelo del
techo, frente del mirador, me sorprende el paso de “Coster”, el perro “Beagle”
color café claro y frente arrugada, que lo
mismo corre en la azotea que en este corredor, pues se brinca la barda a
la hora que quiere y por donde desea, ladrándoles a los que pasan por la
carretera.
El cielo se está poniendo de un azul intenso,
algunas nubes se empiezan a disfrazar con plumas blondas de color Flamíngo,
presagiando el pleno atardecer mientras alcanzo ya a escuchar el trino de una
discreta y tímida Primavera oculta allá por el naranjal.
¡Buenas tardes!
S.a.C.f.
Altamira, Pue. 5 de Marzo del 2001.
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