LAS
BRUJAS
En
las noches estrelladas
noches
negras y sin luna,
entre
la brillante bruma
dicen
que vuelan, cegadas
por
el hambre, ya cebadas
salen
a chupar ansiosas,
¡Las
brujas! Viejas odiosas
que
desangran las criaturas,
volando
en noches oscuras
lóbregas y tenebrosas.
Sobre
los techos se posan
en
mil sombras confundidas,
por
penumbras guarnecidas
muy
despacito se gozan
y
con cuidado destrozan
un
lugar para mirar,
a
ver si pueden chupar
a
algún niñito dormido
que
yace desprotegido
acurrucado
en su hogar.
Si
ven algo de interés
con
sus ojos deslumbrantes,
se
disponen muy campantes
afianzándose
en sus pies,
y
con mucha rapidez
sacan
su aguja y su hilo,
y
con delicado estilo
introducen
con cuidado
por
el techo ya agujerado
el
delgadito pabilo.
Con
puntería milagrosa
clavan
su aguja en el cuello
del
placido niño bello
que
bien dormido, solloza,
y
la sangre que rebosa
por
el hilo se levanta
chupada
por la garganta
de
la bruja vieja ansiosa
que
sorbe hambrienta y golosa
y
que ávida se atraganta.
Después
de haberse saciado
recoge
sus instrumentos,
y
volando entre los vientos
cruza
sobre los tejados,
dejando
ya desangrados
a
varios niños muriendo,
mientras
que se va sintiendo
su
panza que le revienta.
Se
aleja como tormenta
entre
las nubes metiendo.
-
Pa` que esto no te suceda
aquí
el consejo te doy.
Como
de experiencia soy
ninguna
bruja me enreda,
fíjate
bien y arremeda.
- Coge unas simples tijeras
y
si no te desesperas
pásate
un rato velando,
porque
las brujas volando
son
canijas de adeveras.
Cuando
mires que del techo
se
descuelga aguja e hilo,
¡Corta
el mendigo pabilo!
de
un solo tajo, derecho,
y
solo pa` tu provecho
la
hebra con que te quedaste
y
con valentía cortaste
enrédala
entre la tijera,
pa`
que la bruja matrera
se
entere, que la fregaste.
Y
al otro día, búscate
a
alguien que lengua no tenga,
y
actúa como te convenga
ya
que a la bruja encontraste,
pues
la lengua le mochaste
con
actitud valerosa.
Jamás
volverá la cosa
a
chuparte más criaturas,
ni
volará en las alturas
esa
arpía tan horrorosa.
Esto
pues me platico
Doña
Procuela, señora
que
en su memoria atesora
cosas
que antaño vivió,
su
consejo me sirvió
pues
no viví en la negrura
de
la maldición oscura
de
la brujas voladoras,
horribles
viejas señoras
de
repulsiva figura.
Allá
en la sierra viví
extraños
lances y cosas,
algunas
tan horrorosas
como
la que describí,
más
cuando de allá me salí
metraje
muchas historias
que
hoy recuerda mi memoria
con
gusto pleno y preciso,
que
me e echado el compromiso
que
no queden transitorias.
El
folclor en los poblados
es
un tesoro guardado,
que
se encuentra acrisolado
en
los relatos contados
por
narradores honrados
con
magníficos talentos,
los
que platican sus cuentos
con
fantástica ilusión,
pues
le ponen corazón
a
sus historias e inventos.
21.32
Hrs. el 16 de Mayo del 2003.
Ave.
20 de Noviembre Nº. 35
Xalapa,Ver.
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