jueves, 6 de junio de 2013

EL CHAMUCO

En recuerdo de mi Compadre
Agustín Galindo (Padre) de quién se
relataba esta anécdota.

I
Por la oscura carretera
lo miré pasar corriendo,
los ojos le iban ardiendo
a su bruto, cual si fuera
agujeros de caldera
humo les salía brotando
y chispas iba exhalando
de sus narices fogosas,
oscuras como las fosas
de alguien que están sepultando.

II
En la carpeta asfaltada
se escuchaba su carrera,
más que caballo, era fiera
del ruin averno escapada,
por el demonio sacada
y que chispas iba echando,
con sus herrajes marcando
un estrépito salvaje,
que era casi vil ultraje
pa` el que lo fuera escuchando.

III
Era solo un nubarrón
de oscuridad prodigiosa,
y una brisa contagiosa
cual oscura admonición,
nos oprimió el corazón
al oler el amoniaco,
que soltaba el demoníaco
corcel que lo transportaba,
y que sereno montaba
a tan satánico cuaco.

IV
Era un jinete acharrado
de oscuro traje chinaco,
esbelto diría, más bien flaco
que portaba a su costado
cantinas color plateado,
en su traje tintineaban
cascabeles que brillaban
con un tono verdi-rojo,
brillantes como despojos
que en los panteones se hallaban.

V
Un sombrero alamarado
de alas anchas y colgajos
que le producían sombrajos.
Sobre su cuerpo ocultado
con una ruana tapado,
que cual fungoso sudario,
le confería un funerario
atroz y oscuro atavío,
cual malsano traje umbrío
de un verdugo sanguinario.



VI
Congelado me quedé,
anclado, inmóvil y yerto,
con al ánimo despierto
por lo que ahí contemple,
esa noche en que miré
al mismo Chamúco andando.
En la oscuridad montando
a su potro del averno,
los dos salían del infierno
eso, me quedé pensando.

VII
Recuerdo que noviembre era
y el cielo estaba nublado,
un ámbito encapotado
recubría la noche entera,
como si de una caldera
del caos, un gran estruendo
de repente fue cubriendo
todo el espacio cercano,
y como en rito inhumano
fue el espectro apareciendo.

VIII
El engendro atormentado
en la noche oscura y fría,
iba dejando agonía
al pasar por el poblado,
arrastrando al desgraciado
que cruzara en su carrera,
como si lo condujera
hacia un lugar yermo y frío,
dejando en el caserío
el llanto y la escandalera.

IX
El Chamúco en su caballo
por el poblado pasaron,
a unos cuantos se llevaron
los que murieron por rayo.
Más por eso yo me callo


y no cuento lo que miré,
yo nunca me atravesé
frente de su galopar,
y no me pudo llevar
¡Esa noche me escape!

X
Más sueño con su presencia
en insistente agonía,
en noches heladas, frías,
como en una penitencia.
No olvido jamás, la ausencia
de materia en ese ser,
¡Yo digo que Lucifer
cabalgó con su rocín
en esa noche sin fin
en que volví a renacer! 17.29 Hrs.
Enero del 2003. Xalapa, Ver.
S.a.C.f.


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