lunes, 10 de junio de 2013

VIII

Le observo con sus ojos que me causan tanta ternura, con sus labios frescos y rosados. Sus manos inquietas doblan una hoja de papel arrancada a la libreta de mis notas, que él, según yo, ya convirtió en aerodinámico avión. Pero con una regla y un lápiz le va rayando las alas al “avión” que acaba de fabricar. Se le nota en el rictus de la boca la decisión del futuro piloto y en el nerviosismo de sus manos la incertidumbre de si volará alto el “avioncito”. De repente se chupa el labio inferior y en sus ojos se nota una señal de desconsuelo, creo que no le salieron las rayas y los dibujos como el que quería. Más me dice:
-Al rato lo voy a acabar de hacer, necesito tijeras, pegamento y colores.
Yo le digo
 - Así está bonito.
Y él:
-Lo quiero más “chido”, será una nave de combate.
De repente, se levanta y se va a jugar con algún amigo, mientras yo me digo:
         -. Amigo, se pasaron las épocas de los avioncitos de papel.


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