sábado, 13 de julio de 2013

LA SOMBRA.

Por calle de Victoria, esa que va a San Andrés, fui testigo cierta vez, de algo que quedó en mi memoria  como enquistada y vil historia que todavía me estremece, que con el tiempo más  crece ampliándose mi temor, me tocó ver el rencor estampado en una sombra, silueta que el eco  nombra con extraño retumbido, esa sombra era un berrido sobre la pared ampliada, en esa triste morada que festonada de hastío me prodigaba gran frío como estimulo malvado, el mal ahí reflejado daba pábulo a mi miedo, que pude decir muy quedo.  — ¡Es el mal encapuchado!  Que está pagando un pecado enorme por su insistencia. La sombra era sugerencia de lo malo y su contorno, de la maldad era adorno en aquella calle extraña, donde abundaba la maña de susurrar cuentos raros, balo los chaparros faros de la luz que blanquecina, penetraba en la neblina como  afilada guadaña, trazando con pauta extraña arabescos en la bruma, cuan si fuese blanca espuma de chorreras y cascadas,  vertientes abandonadas que febriles desbocaban en el mar que las tragaba, ansioso y tergiversado, como coloso cansado, como gimiente gigante que aceptaba tan campante el bullicio que espumoso, se atiborraba tortuoso de todas esas  corrientes, mientras pasaban mil gentes que evitaban contemplar, eso que podía aterrar a quien mirara esas sombra,
Eso que temblando nombra mi voz entre sortilegios, mientras escuchando arpegios de arpas y de salterios, bien recuerdo esos misterios de esa sombra deslizante, que me sorprendió flagrante asustando de fijo, mientras el miedo prolijo se enquistaba en mi memoria, como hoy lo narro en la historia de esa sombra deslizante, era una mancha que oscura, salía de su sepultura para espantar al paseante, que se sentía agonizante al contemplar lo malvado, porque el espanto estampado en la pared de la casa, con su pánico te abraza y te  corrompe  y te daña,  con su luz negra  te  baña hundiéndote en el terror, y huyes de ella con pavor buscando tierra sagrada, esa sombra condenada se quedará sola y tristes, nada más porque la viste retorcerse en las paredes, más si tu miedo le cedes se te meterá en el alma, e irás perdiendo la calma entre temblores malsanos, serán tus antojos  vanos por arrancar su negrura, pues esa extraña  creatura hija de lo mas malvado, te entregará su pecado tratando de convencerte, de que dejes a la muerte meterse en tu corazón, huye de su perdición y aléjate de su ronda, y permite que se esconda en ese oscuro rincón, donde  con toda razón debe  de estar esta  arpía, que nos quita la alegría al pasar por la tal  calle, recuerda pues el detalle que te narro en este  cuento, esta sombra es elemento de misterio y de leyenda, esa limpia y rara senda de los cuentos de misterio, fabulas de cementerios, de tumbas y de  mortajas, las que con criterio atajas en esas  noches oscuras, en medio de sepulturas de esos lóbregos panteones, entre negros nubarrones, entre mausoleos quebrados, donde moran olvidados los huesos ya polvorientos,  entre enigmas sin cuento, entre abandonos huraños, entre negligentes años, entre olvidos macilentos, ahí como estos inventos abundan acumulados.
24.00 Hrs.
10 de Julio del 2013.




No hay comentarios:

Publicar un comentario