UN DOMINGO EN TEHUACAN
La música se extendió como una
alegre brisa sobre globos, vendedores de botanas, niños corriendo, sombras
deslizantes, luces brillantes y alegría. Era el paso doble ¡Tehuacan Salud!
Luego inició “La Malagueña”, de Lecuona, que iluminó más la iniciada tarde, y
en el quiosco ahora solo, pues la banda tocaba a nivel del piso del parque, los
fantasmas de su directores anteriores ya difuntos, se asomaron sorprendidos al
oír a los actuales músicos, que con maestría tocaban tan hermosa melodía. En
los rostros de los asistentes al acabar la pieza, se notó la plena satisfacción
del escucha atento.
Luego vino, “Beguin to Beguin” que
se abrió paso con dulzura entre los murmullos, resaltando el, ¡Bóm! ¡Bóm! ¡Bóm!
del bajo eléctrico y el rítmico marcar de las tarolas que llevaban el compás
característico de la hermosa pieza.
Se iniciaba una nueva época en la
banda al tocar este tipo de música, y
un vendedor de globos cercano,
acompañaba a la música con una sonajilla azul-dorada, mientras ofrecía sus
llamativos productos.
Los aplausos y los ¡Bravo! ¡Bravo! se escucharon abrumando el espacio
del hermoso parque, al acabar la melodía. Luego vinieron, “El Adiós” donde la
trompeta con sordina llevó la melodía principal, y los trombones y saxofones se
acoplaron en rítmicas confluencias. El sol se filtraba entre las ramas de los
laureles, pintando con delicadeza sombras móviles entre la gente, y la alegría
se extendió entre la concurrencia. “Serenata a la luz de la luna” sirvió para
que las palomas volaran a su ritmo sobre el quiosco mostrando la tranquila
placidez de Tehuacan, todo esto me
pareció un paisaje fuera del tiempo, como de otro país. Que hermosa es la
provincia cuando se observa estas culturas, que deberían de conservarse y
extenderse en todo el país. Luego un potpurrí “Recuerdos-Pensilvania-De buen
humor” Dieron fin al segmento de las grandes bandas mientras la gente bonita,
principalmente mujeres, paseaban entre las frondas que cobijaban buenas vibras.
Las notas del danzón “Orizaba” se
dejaron venir entre burbujas multicolores que un feliz vendedor ofrecía a los
paseantes, entre las notas rítmicas y alegres de la música. Luego ¡Mambo
number five! y en los rostro de las
jovencitas brotó la chispa de reconocimiento. ¡Lou Vega! ¡Lou Vega! y yo, ¡Dámaso Pérez Prado! Lo que son
las generaciones ¿Verdad? En este ritmo se acopló la gente mientras “Ad
libitum” cada maestro tocó su instrumento mientras los presentaban
individualmente , luciéndose todos con sus respectivas especialidades, y con “Que
rico Mambo” la cosa se acabó con un estruendoso aplauso que contagió todo el
ambiente de esa tarde soleada de un domingo en Tehuacan, Pue.
S.a.C.f. A las 14.19 Hrs. de un 28 de
Mayo del 2000.
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