miércoles, 4 de junio de 2014

MI ABANDONADA GUITARRA

Ayer tarde me animé
quise tocar mi guitarra,
la saque de su chamarra
de donde antiér la guardé,
y vieran que me quedé
estático y sin ilusiones,
ya no canté mis canciones
ni siquiera la afiné,
yo creo que ya me olvidé
del canto y sus emociones.

Algo ha pasado en mi vida
no hay ánimo Para cantar,
ya no me atrevo a trovar
esa sensación tan viva,
que antes le daba salida
a mis ganas de soñar,
ya no puedo motivar
con sus sonoros arpegios,
esos sentimientos regios
que me hacían hasta llorar.

Lastima de su alegría
que no puede trasmitir,
no brota de mi sentir
ni una parda melodía,
no busco la algarabía
de la amistad bullanguera,
la parranda, que me diera
tantas amistades buenas,
con actitudes amenas
que solo amores trajeran.

Mi guitarra está callada
colgada ahí en su rincón,
como pidiendo perdón
sola, triste y olvidada,
polvosa y desafinada,
si se lamenta, no sé,
solo se que no podré
pulsarla como debiera,
pues ni un antojo siquiera
me brota y no sé porqué.

El olvido me cubrió
con su manto oscurecido,
dejándome compungido
mis alegrías se llevó,
desde luego me apartó
de la corriente ligera,
que mi guitarra me diera
por tantos años cabales,
en que borrara mis males
sin que yo se lo pidiera.

Nada mas con afinarla
me resonaba en el pecho,
un sentimiento derecho
que me animaba a estrecharla
y con emoción tocarla
pues me guiaba con pasión,
al rumbo de la emoción
con vibraciones cambiantes,
al cantarle a mis amantes
las cosas del corazón.

Parecía que me dijera.
- Cántate esta melodía.
Era mi guitarra guía
que aconsejaba sincera,
además de compañera
en mis angustiadas horas,
donde con notas sonoras
me arrancaba mis dolores,
cobijando mis amores
entre armoniosas esporas.

Cuantas veces desgajado
del tronco de una ilusión,
trove con ella un pregón
a un amor abandonado,
sin saber que otro a mi lado
pronto me habría de sacar
canciones a todo dar
que mi lira sin alarde,
me acompañaba en la tarde
cuando me ponía a cantar.

Mi guitarra abandonada
si se queja, no lo sé,
más siento que no podré
tocarla más, está olvidada
por mi lira doblegada
ante sentires extraños,
acumulados, por años
de tener el alma abierta,
como soberana puerta
que acumulara mil daños.

No necesito cantar
para expresar mis dolores,
en esta edad los amores
me llegan sin meditar,
la experiencia puede dar
más que las trovas ligeras,
esas buenas compañeras
que de joven me servían,
que a mis amores decían
mis ansiedades sinceras.

Por eso es que a mi guitarra
ya no la toco señores,
ya no gozo los colores
ni se me antoja la farra,
menos agarrar la jarra
como de joven lo hacía,
eso es vieja melodía
que en el ayer se quedó,
eso, ya se me olvidó
quedóse en la lejanía.

Y mi lira abandonada
en su silente rincón,
colgada con su cordón
polvosa y desafinada,
seguirá siempre callada
tal vez añorando un poco,
al notar que no la toco
que ni siquiera la miro,
que no provoca un suspiro
y ni un mínimo sofoco.

Así que ahí quedará
mi guitarra en su abandono,
y en mi dejadez razono
que tal vez me olvidará,
ya jamás se afinará
ni inquietará mis acciones,
no me brindará sus dones
ni sus dulces armonías,
pues jamás sus alegrías
trovaran ya mis canciones.

¡Adiós! Mi vieja guitarra.
¡Adiós! Maderas sonoras,
quienes paliaron mis horas
y fijaron mis amarras
al refugio de las farras
entre alcohólicas neblinas,
en parrandas pueblerinas
bajo palios estrellados,
bajo discretos tejados
en mil casas campesinas.

¡Guitarra adiós! Ahí te quedas
colgada cual fruto viejo
y yo, frunciré el entrecejo
cuando a mi memoria agredas,
pues bien fácil es que puedas
inquietar mis sensaciones,
removiendo mis pasiones
con tu callada presencia,
y, me invites con urgencia
a recordar mis canciones.
¡Adiós!
10.35 Hrs. del 9 de febrero Del 2003.

en Xalapa, Ver. Ave. 20 de Noviembre Nº.- 35   S.a.C.f.

No hay comentarios:

Publicar un comentario