miércoles, 9 de septiembre de 2015

LA CASCADA DE MARÍA ANDREA.

LAS OLAS EN LA CASCADA.

Brincan, saltan, se alebrestan,
sus crines son de oro y plata,
estampida o cabalgata,
ha despeñarse se aprestan
los confines no les restan
el ímpetu desatado
que es tremolar desbocado
que al aire se precipita,
y con la ondas se agita
su relinchar excitado.
21.33 Hrs.
1º. De Marzo del 2006.
Xalapa, Ver.
Don Art.

           Eterna coreografía sobre el telón de fondo que adorna el filo del zenit cuando levantamos al vista rumbo al Rancho Altamira, y más en época de aguaceros, por los meses de Junio y Julio, cuando el arroyo se hincha de agua turbia y alborotada y se precipita bronca saltando sobre el cantil, impetuosa como estampida buscando desfogarse para ya querer llegar al pueblo. En esas épocas a mano izquierda sobre  el enorme socavón que forma una curvada ladera de lo que llamamos “La Peña Colorada” brinca también otra eventual cascada que para mí siempre ha formado la silueta de un Pavo Real del perfil y con la cola lacia. Esta pequeña cascada en épocas de estío solo es un libre escurridero por donde se desfogan los terrenos de los Ranchos de Los Paredes y Los Cabrera, ahora de Los Vargas y de Adamina Montes. Más el atractivo principal, pues siempre lleva agua, es la llamada actualmente “Cascada de María Andrea” aunque para mi familia siempre se ha llamado “El Salto del Tigre” o “La ventana o Socavón del Diablo” y también “El Cantil del Diablo” nombres adjudicados por mi Padre el Sr. Valdemar Cabrera Nava, propietario de los terrenos donde se asientan parte de los manantiales que forman el arroyo del pueblo de María Andrea, Hoy Corl. Tito Hernández. La Finca o Rancho Altamira se formó de una pequeña fracción que perteneció a la ya mítica Hacienda de Zacatepec. (17,062 Hectáreas) de la fue dueño y propietario mi Bisabuelo Don Rafael Cabrera Sr. Esta pequeña fracción (Más de 600 Hectareas) que fue de mi Abuelo paterno Don  Herminio Cabrera Gómez, quien la heredo a su tres hijos varones, Abelardo, Valdemar y Humberto Cabrera Nava, recíprocamente. Y que forman los Ranchos Altamira fracción I y II y “La Esperanza” de estas tres propiedades se surte de agua potable nuestro pueblo María Andrea.
        Respecto a la Fracción II que fuera de Don Valdemar Cabrera, y que heredo a sus hijos  Valdemar, Laura, Rene, Marcos, Rosalinda, Sergio Arturo, Luz Angélica y Reyna María Andrea. En una de estas aún más pequeñas fracciones está situada la hermosa caída de agua que forma el Arroyo de María Andrea y que se forma por los manantiales de la “Meza del Metate” que nacen en los terrenos de los Ranchos, “La Palma” , Altamira I y II y “La Esperanza" tambien llamado "El panorama".
        La cascada en sí, o sea el salto, está precisamente en el terreno de Valdemar Cabrera Flores. Jr. Ya que dentro de sus límites cae totalmente la cuenca acuífera, continuando después el escurrimiento del arroyo sobre los terrenos que fueron de  Don Humberto Cabrera, hoy de la Srita. Adamina Montes, y que continúan en los Terrenos del Ejido y por un lado marcando los límites entre los municipios de Venustiano Carranza y Jalpan, continuando rumbo al Río San Marcos, actual Río Cazones.
        Nosotros los hijos de Don  Valdemar Cabrera Nava y de la señora Laura Flores Casados, nacimos todos en el Pueblo de María Andrea, por lo tanto viajábamos continuamente a nuestro Rancho Altamira, mientras no hubo  carretera, a Caballo, siguiendo parte del Camino Real que salía rumbo a Mecapalapa y a la Meza de Metlatoyuca, subiendo a mano derecha por los límites de la Parcela de Don Juan Reyes, saliendo arriba del cerro para entroncar con el camino que llegaba a la Finca “La Esperanza” en aquel tiempo de Don  Humberto Cabrera, ahora del Lic. Lauro Cabrera Fonseca uno de sus hijos.
       Nosotros la Familia Cabrera Flores, al llegar a la subida del Camino Real continuábamos derecho siguiendo el margen del arroyo hasta llegar frente del cantil donde se deja caer el arroyo formando la cascada. Ahí teníamos dos opciones, la más husada y que nos gustaba  más era, (Recuérdese que íbamos a caballo) continuar derecho caracoleando entre enormes peñascos siguiendo la casi perdida brecha pues solo nosotros la utilizábamos en esos tiempos, el caminillo se introducía bajo la fronda de enormes arboles cubiertos de bejucos,  broméelas, orquídeas y diversos follajes que  le conferían al embozo una penumbra impresionante que a los menores  nos imponía, pues el caminillo trazado por el gusto muy personal de nuestro padre, se introducía entre las peñas y el vertical cantil cubierto de infinidad de bejucos de los que escurría agua que invariablemente hacia llegar el viento acarreándolo del  manto vaporoso de la muy cercana cascada a la que oíamos salpicar los follajes y las rocas sobre las que caía el agua en su eterna canción. La mayoría de las veces nos teníamos que apear de las monturas y por las riendas ir jalándolos para conducirlos muy lentamente entre el cascajo, hojarascas, lodo y raíces de los árboles que se aferraban contra el cantil, dándonos apenas espacio para subir por la brecha. Había en esa peligrosa subida un lugar muy cercano a la caída de agua que formaba el mentado socavón o “Ventana del Diablo”, un lugar donde daba vuelta el camino topándonos de  frente este paisaje especial, que era un enorme desprendimiento de una gigantesca roca como de 25 metros de profundidad y como de treinta o cuarenta metros de largo, por ello Don Valdemar nuestro Padre le nombró así. De ahí continuábamos subiendo la pendiente entre curbas cerradas y entre la angosta vereda, hay veces nos teníamos que agarrar de las colas de los animales para subir así las empinadas subidas, hasta salir a los potreros ya ensí de la Finca, que se distinguían por ser de tierras rojas, y bajo enormes Encinos y Tesmoles, tierras cubiertas de grama silvestre, yerbas y  acahuales criollos. Y esto para mi padre era muy comun, dos que tres veces por semana, pues teníamos  en casa por lo regular tres caballos a los que el iba turnando para que no se le canzaran.
       Antes de esto que les narro, en esos terrenos bajos y cercanos a la cascada vivió recién casado con su hermosa esposa la gentil Tía Hermelinda Fonseca, Don Humberto Cabrera Nava, hermano menor de  mi padre, a quien le llamabamos Tío Beto, el se instaló en sus terrenos, ya que era el propietario, rodeándose de las comodidades mejores de esos tiempos, luces de  candiles y  quinqués, una  Cabaña techada con hojas de Palo Blanco y paredes de Tablas de Cedro, instalaciones de agua corriente que se traía desde la Cascada por medio de largas  varas de Tarros (Bambus) y cercos de piedras, donde la Tía colocaba sus plantas y flores, sus  muebles eran de  madera, con  sillas de Raíces de Tarros y sus lechos con tambores de varas, cómodos frescos y muy limpios, creo que en esos terrenos todavía existen algunas instalaciones donde llegaron a instalarse empleados, vaqueros  y personal de confianza entre ellos uno de los actuales habitantes llamado Rosalino Rueda, por  cierto hermano del malogrado primer administrador de la Srtita. Adamina  Montes, que se llamó José Rueda, quien falleció ahogado al arrastarlo la creciente al intentar  cruzar dicha corriente cuando esta hiba crecida. Yo fuí amigo de otro de los  Rueda, que se llamó Gariel, ya fallecido y que trabajó por varios años allá en Altamira, nuestro rancho. Así era la vida junto a la cascada.
        Al investigar sobre esto que les comento, allé un plano topográfico de las haciendas donde está situada nuestra comunidad, y encontré que nuestro pueblo se asentó sobre los terrenos que eran de un Rancho llamado “La Pimienta” propiedad de una Familia Balderrabano,  cerca de la Hacienda del Sr. Pedro Jolsen y de un lugar Llamado Huilotla.
         La  cascada hoy tan conocida, sigue siendo un punto de  referencia de nuestra hermosa y querida comunidad, visitada por muchos y recordada por más. En su arroyo antes de ella, me  bañé de muy joven y  llegamos a pescar enormes acamayas, y ya en plena arroyo despues de ella, de niño me bañe en sus dos corrientes pues antes de llegar al pueblo se dividía en dos, por ello existen en la carretera dos puentes. Asi es la historia y así van cambiando los paisajes.

13.36  Hrs.
19 de Agosto del 2015.
San Andrers  Tlalnelhuayocan, Ver.
Sergio Arturo Cabrera Flores.

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