miércoles, 9 de septiembre de 2015

Amigos lectores y paisanos, algo más de la historia de mi recordado y muy querido pueblo, María Andrea (Hoy, Coronel Tito Hernández). Para quien no lo sepa, mi hermosa comunidad está situada en el norte del estado de puebla de la República Mexicana, en una zona que es denominada Huasteca, y es el más norteño de los municipios y el primero por donde se introduce la vieja carretera México-Tuxpan-Tampico, por ello se pasa por un lugar llamado "El Lindero”, siendo la frontera entre nuestros dos estados. . .  y va el relato. saludos. . . (Recuerden que es mi versión de los hechos). . .
LAS PALAMERAS DE MARÍA  ANDREA.
Para mi amigo Manuel Soto Quiroga. Quien me sugirió este tema.


Sería como el año de 1938 cuando mis queridos padres llegaron a la pequeña comunidad de María Andrea, en esos tiempos perteneciente al municipio de Jalpan. El pueblito por esas fechas estaba situado por donde está ahora la escuela primaria, ya que se hacinaba al ahí se va a orillas del camino real que bajaba del rumbo del panteón y que continuaba por el rumbo donde tubo después su cañal don Benito Mejía. En sus orillas estaban alineados los postes que trasportaban la línea telefónica que comunicaba por esos tiempos Poza de cuero (Ahora Poza Rica) con Xicotepec y México. Ya Doña María Andrea, la señora por la que se le puso nombre al pueblo,  no existía, solo era un hermoso recuerdo en la memoria de los viejos habitantes, posiblemente padres de los primeros Reyes, Rivera, Gaona, Salas, apellidos de las familias fundadoras.
Nos contaba Don Valdemar, mi padre que antes de eso, él aun soltero, se llegaba con sus hermanos, pues ellos acababan de llegar a sus tierras, el Rancho Altamira, que por esos tiempos era selva virgen, al pueblito para bañarse en el Río, convivir con los vecinos, y pasarse unos buenos ratos cuando animaban a los músicos locales, Don Otilio Fernández, su hijo Abacúm, Efigenio Reyes, y otros, a tocar música para bailar, por lo que se invitaba a la vecindad, tronando tres cuetes de dinamita, eso anunciaba que iba a haber un jolgorio, ellos pagaban la música y el petróleo para los candiles que alumbraría la galera donde se realizaría tal acto. Y, contaba que alrededor de tal evento, se ponían algunas señoras a vender los molotes y los tamales.
Un intervalo. . . .
(Fragmento de libro N°.- 18  “MIS RECUERDOS, DEL TEMA MIS CAUSAS”)

Fueron abriendo caminos
rumbo a otros ranchos más,
buscando siempre el contacto
y a otros rancheros tratar;
así jalaron un día
para rumbo a Maria Andrea,
abriendo brecha llegaron
una tardecita fría.

Mandaron a echar tres cuetes
pa` avisar a la viejada,
que se iba hacer un baile
ya pardeando la tardeada.
La música ellos pagaron
Y el petróleo del candil,
y en la galera bailaron
con Jarana, Quinta y Violín.

Vestían como se vestía
en esos tiempos bonitos,
bota alta hasta la rodilla
y tejido con pita el cinto;
El pantalón de montar
caqui como la camisa,
el paliacate de seda
y algo de oro en la sonrisa.

El sombrero era de vara
o el Siete equis de Tardán,
La Súper  Smith & Wuesson
y dos cargadores de más.
Las mujeres morenotas
y alegres a cual más dar,
aguantadoras pa`l baile
y para el crío amamantar.

No importaba este motivo
se trataba de bailar,
bailar por gusto y por ansias
de reafirmar la amistad.
Se comenzaba a trovar
pa` chulear a las mujeres,
se les cantaba bonito
descubriendo sus quereres.

Había buenos trovadores
que la agarraban al aire,
podían chulear a cualquiera
sin que se enojara nadie.
y los músicos ni hablar
tocaba por unos reales,
era más por la alegría
que amenizaban el baile.

Y se amanecía el huateque
en la galera rodeada
de los puestos que vendían
Los Molotes o Las Enchiladas,
y también había Tamales,
sabrosos los de Armadillo,
y pa` bajarse los tacos
Atole de Piloncillo.

Y luego cuando acababa
el bailecito en cuestión,
pues se iban a bañar al río
para quitarse el sudor,
y de nuevo a regresar
al rancho, de madrugada,
pues la ordeña no esperaba
ni las crías achiqueradas.

Y así pasaban el tiempo
en esos tiempos hermosos,
y en el racho de Altamira,
era el trabajo el reposo.

Bueno, Don Valdemar llegó a vivir María Andrea, recién juntado con su Mujer, Doña Laura Flores, mi madre, porque estaba  enterado que muy cerca del pueblito pasaría la  brecha de la tan ansiada carretera México-Tuxpan-Tampico. Él Había Trabajado en la brecha precursora que realizo con faenas y mano de obra un tal General Barrios, (Por ello por muchos años esta vía fue conocida como “La Carretera de Barrios”). Bueno, sabiendo esto, calculó que podría surtir de mercancías y productos a los obreros de las constructoras que harían tales trabajos. También se enteró que se pondría un campamento de una de las empresas ahí. Por lo que puso un despacho (Tendejón) de víveres y  mercancías variadas. Nos llegó a comentar Don Valde (Mi Padre) que quien en esos años vendía algunas cosas era Don Abacúm Fernandez, que además hacía pan. A Don Valdemar le tocó ser orientador y asesor de la comunidad, pues su carácter activo y emprendedor aunado a su disponibilidad para el progreso, le conferían habilidades muy necesarias para esas épocas. Justó en esos años una compañía maderera comenzó a explotar del otro lado de río, (Estado de Veracruz) una inmensa zona maderera, aprovechando la extraordinaria riqueza maderera de esa selva tropical rica en Caobos y Cedros, que tumbaron a base de trabajos de Hacha y Sierra los vecinos del pueblo enganchándose como empleados con el Consorcio Maderero, quien enviaba por el Río las trozas gigantescas de los árboles talados. Por ello ha de quedar en el recuerdo de algún vecino los nombres de “Tumbadero Chico” o “Tumbadero Escobal”  que eran los lugares por donde se aventaban las trozas al río en épocas de Crecientes (El río era más caudaloso por no existir por esos años la presa de Necaxa, que lo comenzó a controlar) y por medio de eso la madera llegaba hasta Cazones y de ahí a las barcazas que las conducían hasta E.E.U.U.
Bueno, la historia se alarga. Cuando con los años ya construida la brecha donde iba a pasar
la carretera, se decidió reubicar el pueblo. Mi padre, claro, comisionado por los vecinos, contrató al ingeniero topógrafo que realizo los primeros planos del pueblo, y escogió para construir su casa cuatro lotes que quedaron frente de la carretera y del terreno apartado para la futura construcción del parque. En ese terreno hizo su casa, de madera, a la que por agradar a su mujer,
le hizo un jardín, en el sembró seis palmeras cocoteras, alineadas con la carretera pero dentro de su propiedad, palmeras que llegaron a dar frutos algo raquíticos. Estas palmas con los años se fueron  secando. Más siempre tuvo la idea de cambiarlas por otro tipo de palmera que había visto en un viaje a Tampico, y se empeñó en conseguir las semillas. Hasta que en uno de esos viajes, hay que recordar que con los años esta vía, o sea la carretera, llegó a ser la más importante del país, pues unía dos puertos, Tuxpan y Tampico, con el Distrito Federal, y todos los productos agropecuarios que producían estas regiones, se transportaban por ella. En la casa de Don Valdemar, (La Casa Cabrera, tienda comercial) se documentaba todo el ganado vacuno que por medio de camiones se enviaba de las Huastecas hacía el D.F.( Al Rastro de Ferrería) También se recibía el correo, que se reenviaba hacía Coyutla y anexas y otras cosas importantes. Bueno, en otro de sus viajes a Tampico, consiguió un buen paquete de semillas de las palmas que le gustaban, nos contaba.
—Ahora no me quedé con las ganas. Cuando miré las palmeras, le dije a Don Agustín. (Agustín Galindo, Padre que era su chofer). ¡Párese, párese! Y me  baje del coche y sin pena toque el timbre de la residencia donde lucían hermosas las palmeras que quería para la casa. Me atendió una agraciada señora a la que le explique lo que quería. ¡Unas semillas de sus palmeras! A lo que ella muy atentamente me invitó a pasar a su enorme jardín diciéndome.
—Haga favor de llevar las que quiera, pero tendrá usted que levantarlas.
Yo, nos contaba Papá, mi di cuenta que debajo de una palma estaba una tina vieja de lámina galvanizada, llena de semillas ya con lagunas palmitas brotando y decidí llevármela. A la atenta señora le ofrecí pagárselas y ella sonriente me las obsequió.
Y ya con ellas en las manos, las sembró aproximadamente por 1960 en su racho de “Altamira” y las que están en la casa y frente de la carretera. Existen otras atrás de la casa de mi compadre Juan Mendoza (Padre), palmeras que también sembró mi papá, pues esa casa fue el primer hogar de mi hermano Valdemar de recién casado con Emma Cruz. La palmera que existió frente y en la esquina de lo que fue el comedero el ¡Quihubo Pariente! También la sembró mi padre, pues ese local era de su propiedad.
Ahora esa hilera de palmeras que está a la orilla de la carretera, tal vez sea la imagen que más identifica al pueblo, pues no hay en toda la rúa “México-Tuxpan-Tampico” unas palmeras iguales a esas en todo su trayecto.
Nosotros los hijos de Don Valdemar Cabrera Nava, siempre nombramos a estas palmeras como “Tampiqueñas” por lo que nos narraba quien las sembró, pero al investigar resulta que son conocidas como Palma de Cunningham. Seafortia, areca Australiana. Y su nombre científico es Archontopohenix Cunninghamiana.
Es todo y así es la historia.
23.44  Hrs.
2 de Marzo del 2014.
San Adres Tlalnelhuayocan, Ver,
Don Art.


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