sábado, 19 de julio de 2014

EL DESAYUNO

          Hoy, al desayunar en compañía de mi esposa, ya solos pues los hijos se habían ido a sus respectivas escuelas. Tenemos dos vástagos, una jovencita de diez y seis años que está estudiando la Preparatoria y un barón de trece, que va en segundo de secundaria. Bueno, con mi mujer tenemos la costumbre de intercambiar ideas, temas y penas saboreando la tacita de café negro, infaltable de nuestras sobremesas, mientras desayunamos en la cocina, y hoy resultó muy instructiva la plática, pues versó de dos temas muy interesantes.
          Mientras yo admiraba la blusa que usaba mi mujer, tejida delicadamente con hilos de colores contrastantes, por manos de campesinos amusgos del estado de Guerrero, prenda que le regalé después de uno de mis variados viajes; y me hundía en sus hermosos ojos color almendra, pozos profundos de amor insondable. Ella, con entusiasmo me relataba su última experiencia literaria. Había descubierto en una revista de fecha atrasada, de esas que se editan mensualmente y que se distinguen e identifican por un logotipo que tiene la figura de un hermoso Pegazo en actitud de reposo.
          Entre bocado y sorbo, tomó la revista y me leyó partes del articulillo, y un corto poema del escritor y poeta Británico (Rudyar Kipling), autor de relatos de ambiente Hindú, como El Libro de la selva, Kim, etc.) ganador del premio Novel de 1907. El hermoso poema se llamaba. “Si”. Y se lo dedicaba a su único hijo barón, que después murió en la guerra de 1915. El artículo contaba la anécdota de uno de sus lectores, soldado también, que había salvado la vida al llevar en la bolsa de su chaqueta, un ejemplar de una de las novelas de Kipling. La bala que segaría su vida, había sido detenida milagrosamente por el libro. Esto, agregado a su valor, le valió la medalla de la Cruz de Malta y la de la Cruz de guerra, y por agradecimiento le mandó regalar al escritor ambas cosas.
          Con el tiempo, el soldado invitó al escritor como padrino de su primogénito, al que le puso por nombre Jean, como se había llamado el difunto hijo de Rudyar. Hasta ese momento el escritor pudo aceptar la irreparable pena de haber perdido a su adorado hijo.
          Luego, mi esposa me leyó otro artículo que le había parecido interesante, y era sobre las personalidades que conocemos solo por su nombre, al encontrárnoslas a menudo en las placas que nos informan sobre el calificativo de una calle, una estación del metro o identifican a una escuela o edificio publico.
          Realmente fue un desayuno muy ilustrador, pues recordé datos que de tan importantes pasan a ser baladíes. Así que investigué un
poco más para compartir con ustedes esto que para nosotros resultó interesantísimo.
          La estación del metro, BÁLDERAS, allá en el Distrito Federal, lleva el apellido del famoso torero Alberto Balderas, que en 1926 siendo músico, cambió el violín por la muleta y el estoque, convirtiéndose así con el tiempo en uno de los matadores más populares que haya México conocido.
          Hay en la republica ciudades y pueblos llamados Altamirano, debido a Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893) Juarista integro, que luchó contra Maximiliano y que nació en Tuxtla, Gro. Autor de poesías (Rimas) Novelas (La Navidad en las montañas) de carácter sentimental, (Clemencia) Romántica y (El Zarco) la más famosa donde retrata y describe con exactitud la vida mexicana después de la guerra de la Reforma.
          Una de las calles más céntricas del Distrito federal, es Miguel Ángel de Quevedo, quien lleva el nombre del llamado “Apóstol del árbol”. Este señor gran parte de su vida la dedicó a promover y a practicar la silvicultura, proponiendo y utilizando variadas especies de árboles y arbustos que resolvieron algunos problemas naturales, como el de los médanos del puerto de Veracruz. Con sus recursos formó gran parte de lo que actualmente se conoce como los viveros de Coyoacan, los que cedió al país en el año de 1911.
          Otra calle importante de nuestra capital lleva el nombre del historiador y Arqueólogo, Francisco del Paso y Troncoso, quien fue el que determinó el sitio en que Hernán Cortés, fundó la Villa Rica de la Vera Cruz, realizando importantes exploraciones en la región del Totonacápan.
          Hay también muchas escuelas y calles que llevan por nombre el de Gabino Barreda, existiendo comunidades que se llaman como este Pedagogo y medico, quien introdujo el positivismo en la educación publica mexicana y participo en la elaboración de la ley que hizo laica, obligatoria y gratuita, la instrucción primaria, y que en 1867 creó la escuela Nacional Preparatoria.
Otra calle del distrito federal, en donde abundaban las terminales foráneas antes de las hoy funcionales centrales de autobuses, es Fráy Servando Teresa de Mier (1765-1827) personaje que estando desterrado en España por sus ideas liberales, propagó en Europa la idea de la Independencia Americana, regresando a México en 1816 en compañía de Francisco Javier Mina, a quien había persuadido a luchar por la liberación del país. Teresa de Mier, era Dominico, además de escritor y político, autor de Memorias, Historias de la revolución de la Nueva España, etc.
Innumerables calles y centros educativos de nuestra republica llevan el nombre de Justo Sierra, debido y como homenaje al historiador, poeta romántico, orador y principalmente educador, quien había nacido en Campeche en 1848. Autor de La Revolución Política de México, e Historia Patria, que sirvió a muchas generaciones como libro de texto y otras obras más. Su labor como Pedagogo a ejercido gran influencia en nuestros actuales educadores, murió en 1912.
Gran cantidad de calles llevan el nombre de José Vasconcelos (1881-1859) quien fue escritor y político, quien publicó cuentos (La Cita) Obras de teatro (Prometeo Vencedor) Memorias (Ulises Criollo, La Tormenta, El Desastre), y varios libros de carácter sociológico, filosófico y critico, el era Oaxaqueño.
Como estos datos, existen infinidad de ellos esperando ser redescubiertos para brillar en la plática de un desayuno como el que gozamos mi mujer y yo, este deslumbrante día de Mayo, costumbre que recomiendo a realizar diariamente.




S.a.C.f.

En Xalapa, Ver. 2001.

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