EL
DESAYUNO
Hoy,
al desayunar en compañía de mi esposa, ya solos pues los hijos se habían ido a
sus respectivas escuelas. Tenemos dos vástagos, una jovencita de diez y seis
años que está estudiando la Preparatoria y un barón de trece, que va en segundo
de secundaria. Bueno, con mi mujer tenemos la costumbre de intercambiar ideas,
temas y penas saboreando la tacita de café negro, infaltable de nuestras
sobremesas, mientras desayunamos en la cocina, y hoy resultó muy instructiva la
plática, pues versó de dos temas muy interesantes.
Mientras yo admiraba la blusa que
usaba mi mujer, tejida delicadamente con hilos de colores contrastantes, por
manos de campesinos amusgos del estado de Guerrero, prenda que le regalé
después de uno de mis variados viajes; y me hundía en sus hermosos ojos color
almendra, pozos profundos de amor insondable. Ella, con entusiasmo me relataba su
última experiencia literaria. Había descubierto en una revista de fecha
atrasada, de esas que se editan mensualmente y que se distinguen e identifican
por un logotipo que tiene la figura de un hermoso Pegazo en actitud de reposo.
Entre bocado y sorbo, tomó la revista
y me leyó partes del articulillo, y un corto poema del escritor y poeta
Británico (Rudyar Kipling), autor de relatos de ambiente Hindú, como El Libro
de la selva, Kim, etc.) ganador del premio Novel de 1907. El hermoso poema se
llamaba. “Si”. Y se lo dedicaba a su único hijo barón, que después murió en la
guerra de 1915. El artículo contaba la anécdota de uno de sus lectores, soldado
también, que había salvado la vida al llevar en la bolsa de su chaqueta, un
ejemplar de una de las novelas de Kipling. La bala que segaría su vida, había
sido detenida milagrosamente por el libro. Esto, agregado a su valor, le valió
la medalla de la Cruz de Malta y la de la Cruz de guerra, y por agradecimiento
le mandó regalar al escritor ambas cosas.
Con el tiempo, el soldado invitó al
escritor como padrino de su primogénito, al que le puso por nombre Jean, como
se había llamado el difunto hijo de Rudyar. Hasta ese momento el escritor pudo
aceptar la irreparable pena de haber perdido a su adorado hijo.
Luego, mi esposa me leyó otro artículo
que le había parecido interesante, y era sobre las personalidades que conocemos
solo por su nombre, al encontrárnoslas a menudo en las placas que nos informan
sobre el calificativo de una calle, una estación del metro o identifican a una
escuela o edificio publico.
Realmente fue un desayuno muy
ilustrador, pues recordé datos que de tan importantes pasan a ser baladíes. Así
que investigué un
poco más para
compartir con ustedes esto que para nosotros resultó interesantísimo.
La estación del metro, BÁLDERAS, allá
en el Distrito Federal, lleva el apellido del famoso torero Alberto Balderas,
que en 1926 siendo músico, cambió el violín por la muleta y el estoque,
convirtiéndose así con el tiempo en uno de los matadores más populares que haya
México conocido.
Hay en la republica ciudades y pueblos
llamados Altamirano, debido a Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893) Juarista
integro, que luchó contra Maximiliano y que nació en Tuxtla, Gro. Autor de
poesías (Rimas) Novelas (La Navidad en las montañas) de carácter sentimental,
(Clemencia) Romántica y (El Zarco) la más famosa donde retrata y describe con
exactitud la vida mexicana después de la guerra de la Reforma.
Una de las calles más céntricas del
Distrito federal, es Miguel Ángel de Quevedo, quien lleva el nombre del llamado
“Apóstol del árbol”. Este señor gran parte de su vida la dedicó a promover y a
practicar la silvicultura, proponiendo y utilizando variadas especies de
árboles y arbustos que resolvieron algunos problemas naturales, como el de los
médanos del puerto de Veracruz. Con sus recursos formó gran parte de lo que actualmente
se conoce como los viveros de Coyoacan, los que cedió al país en el año de
1911.
Otra calle importante de nuestra
capital lleva el nombre del historiador y Arqueólogo, Francisco del Paso y
Troncoso, quien fue el que determinó el sitio en que Hernán Cortés, fundó la
Villa Rica de la Vera Cruz, realizando importantes exploraciones en la región
del Totonacápan.
Hay también muchas escuelas y calles
que llevan por nombre el de Gabino Barreda, existiendo comunidades que se
llaman como este Pedagogo y medico, quien introdujo el positivismo en la
educación publica mexicana y participo en la elaboración de la ley que hizo laica,
obligatoria y gratuita, la instrucción primaria, y que en 1867 creó la escuela
Nacional Preparatoria.
Otra
calle del distrito federal, en donde abundaban las terminales foráneas antes de
las hoy funcionales centrales de autobuses, es Fráy Servando Teresa de Mier
(1765-1827) personaje que estando desterrado en España por sus ideas liberales,
propagó en Europa la idea de la Independencia Americana, regresando a México en
1816 en compañía de Francisco Javier Mina, a quien había persuadido a luchar
por la liberación del país. Teresa de Mier, era Dominico, además de escritor y
político, autor de Memorias, Historias de la revolución de la Nueva España,
etc.
Innumerables
calles y centros educativos de nuestra republica llevan el nombre de Justo
Sierra, debido y como homenaje al historiador, poeta romántico, orador y
principalmente educador, quien había nacido en Campeche en 1848. Autor de La
Revolución Política de México, e Historia Patria, que sirvió a muchas
generaciones como libro de texto y otras obras más. Su labor como Pedagogo a
ejercido gran influencia en nuestros actuales educadores, murió en 1912.
Gran
cantidad de calles llevan el nombre de José Vasconcelos (1881-1859) quien fue
escritor y político, quien publicó cuentos (La Cita) Obras de teatro (Prometeo
Vencedor) Memorias (Ulises Criollo, La Tormenta, El Desastre), y varios libros
de carácter sociológico, filosófico y critico, el era Oaxaqueño.
Como
estos datos, existen infinidad de ellos esperando ser redescubiertos para
brillar en la plática de un desayuno como el que gozamos mi mujer y yo, este
deslumbrante día de Mayo, costumbre que recomiendo a realizar diariamente.
S.a.C.f.
En Xalapa,
Ver. 2001.
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